De la serie:

No toda oscuridad es completa ausencia de luz

 

Leí en un diccionario de Chevalier “el sol está en el centro del cielo como el corazón en el centro del ser” y pensé que si fuese verdad, que la luz procediera de nuestro interior (seres estelares) entonces no habría sombra alguna sobre el alma, como la posición del gran astro a medio día que no produce oscuridad alguna.  

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Recordé que poco antes de llegar a la tierra, cuando me hallaba todavía divagando a través de los círculos de la creación, sin un tiempo ni destino determinados, yo no era más que un esferoide luminoso. ¿Cómo es que ahora me costaba tanto trabajo reconocer en mi forma humana que yo también estaba hecha de estrellas? 

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Cuando llega la noche, el ser humano debe apelar a la iluminación artificial pues tememos que en lo oscuro no podamos vernos. Sin embargo, al provenir del cosmos, de esa armonía universal y celestial, existe un resplandor intenso emitido desde el alma. Las partículas que nos componen nos lo recuerdan constantemente; aunque a veces sea difícil reconocernos, no dejaremos de brillar.